"¿Qué
ha pasado con todos los gimnasios de electroestimulación que había en mi
barrio?"
Los expertos aseguran que la
práctica puede dañar algunos órganos
SALOMÉ GARCÍA
Hasta casi antes de ayer
brotaban como setas en otoño en cada esquina.
Hoy apenas sobreviven unos pocos.
Donde antes se prometían cuerpos hercúleos con el mínimo esfuerzo hoy se abren
cadenas de pizzerías, peluquerías o centros de manicuras.
Una realidad que
choca con la proliferación de gimnasios low cost, estudios de boxeo, boxes de
Crossfit y, en general, el auge de la vida sana y el deporte como estilo de
vida.
Y añade:
"Solo acudiendo una vez a la semana se pone en unos 100 euros al mes.
Y
eso es una cantidad muy alta, teniendo en cuenta que hay cuotas de gimnasio
todo incluido por 20 euros".
Pérez Roldán explica que "en el primer
momento muchos emprendedores sobreestimaron las posibilidades de negocio.
Eso
llevó a abrir más locales de los que el mercado demandaba.
Hoy quedan los que
mejor servicio dan y les va estupendamente".
Ahora la línea de negocio
está enfocada a la exportación porque "el mercado nacional se ha
estabilizado".
El dolor ahuyentó a los
clientes
Por si usted no tuvo
conciencia del fenómeno o no llegaron a colonizar su barrio, le ponemos en
antecedentes: se trata de unos mini trajes de neopreno con manga corta y tejido
hasta la pantorrilla equipados internamente con multitud de electrodos.
Se
colocan sobre una camiseta de algodón mojada (para conducir la electricidad y,
se conectan a una máquina inteligente que emite impulsos eléctricos directos al
músculo.
La corriente provoca contracciones involuntarias muy intensas, mucho
más que si el sujeto estuviera dándolo todo en el gimnasio.
El electrofitness,
que así se denominaba esta actividad, prometía con una sesión de 20 minutos
obtener resultados similares a los logrados después de varias horas en el
gimnasio días tras día.
Por si fuera poco, auguraban resultados visibles a
partir de la tercera o cuarta sesión: cambios en la figura, tamaño y calidad de
los músculos y pérdida de grasa corporal.
Un caramelito que el público
ingirió sin apenas leer el prospecto "y la prensa, sobre todo la de
belleza, ensalzó como el método definitivo para perder peso.
El problema es que
los efectos nos eran tales.
Los que acudieron bajo el reclamo de ponerse finos
sin apenas esfuerzo se sintieron defraudados: no solo no adelgazaban lo
esperado, sino que generaba unas agujetas demoledoras.
Tanto que la siguiente
sesión se hacía muy cuesta arriba", recalca Marcos Flórez, entrenador y
director de la agencia de entrenadores a domicilio Estarenforma.com.
"Muchos duraron con el entrenamiento lo que les duró el bono.
Una vez
acabado, no renovaron.
Y en poco tiempo, el negocio ha ido declinando por sí
solo".
Un "invento de
locos" que puede generar daños en varios órganos
"Si el estímulo sobrepasa demasiados
músculos puede originar lesiones y dolor", explicaba a BuenaVida Nicola Maffiuletti, especialista en fisiología muscular y uno de los mayores expertos
mundiales en electroestimulación.
Entre los problemas que pode causar, este
experto, citaba daños a los riñones y el corazón, además de a la capacidad
neurológica motora y la pérdida de eficacia en el entrenamiento deportivo.
En su lugar, Flórez apuesta
por la constancia en el entreno y la supervisión de un profesional cualificado
para avanzar paulatinamente.
"En asuntos de salud saltarse pasos rara vez
funciona.
Los atajos, los tratamientos exprés, suelen tener una cara B".
Desde su experiencia, relata que "en muchos de estos centros la persona
que te ponía los electrodos podía haber recibido ciertas directrices por parte
del fabricante, pero muchas veces carecían de la cualificación que se espera de
un profesional de la actividad física".
La ubicación de los propios
electrodos se hacía "un poco a ojímetro: el mismo traje me valía a mí y a
una persona con características físicas muy distintas de las mías.
Si a eso le
añadimos que durante la clase se realizaban sentadillas, planchas y press
utilizando mancuernas pequeñas (2 ó 3 kg) que obligaban al cuerpo a moverse,
tenemos que las descargas caían por aproximación en la zona del músculo, pero
no siempre sobre él".
Si el cliente se venía arriba y no sentía que las
contracciones le estuvieran dejando sin aliento, solía pedir más madera.
O sea,
más electricidad.
"Como aquello funcionaba de forma mecánica, el músculo
trabajaba a destajo sin que el cerebro interpretara que se estaba produciendo
una fatiga excesiva.
Para entendernos, si tú estás levantando pesas, llega un
momento en que sientes que no puedes más y el sistema nervioso te obliga a
parar porque no te quedan fuerzas.
Aquí eso no sucedía.
Y los músculos quedaban
destrozados.
De ahí las súper agujetas.
Era un invento de locos que provocaba
tales micro roturas que había riesgo de colapsar el riñón con esas mega
proteínas desgajadas de las fibras musculares, la creatina-fosfocinasa o la
mioglobina.
Lo que en urología se conoce como rabdomiólisis.
Todo menos
sano".
Las agujetas siempre
aparecen, el peligro está en no poder moverse
Pero, ¿tener agujetas al día
siguiente no es señal de que hemos activados los músculos?
¿No es una señal de
ir por el buen camino?
"Agujetas vamos a tener siempre que ejercitemos
algo que normalmente no ejercitamos.
Si pintas en casa, tendrás agujetas en el
brazo.
Si montas en bicicleta por primera vez, será en las piernas.
Eso es
normal y se pasa en un par de días.
Otra cosa es sentir que no te puedes mover,
que estás apalizado".
En cuanto a los
supervivientes, su razón de existir es que "siempre quedan ciudadanos que
no lo han probado y aún caen seducidos por el reclamo de lograr un cuerpazo en
tiempo récord.
Otros negocios son franquicias con un contrato de permanencia
que duran hasta que se extingue esa obligación.
De hecho, los chalecos hoy se
compran a la mitad de precio que cuando salieron.
Y eso que ya los hay
inalámbricos".
Como aviso a navegantes, antes de concluir, recuerda que no
todo está perdido.
Se puede adelgazar, ganar músculo o tonificar.
Pero por el
método tradicional de hacer deporte.
"Lleva tiempo y esfuerzo, pero mejor
eso a arriesgar la salud.
O, simplemente, a sentir que has perdido el
tiempo".
post: Marcelo Ferla
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